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LO IMPORTANTE ES CAMINAR
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Domingo XIV del Tiempo Ordinario (ciclo C): 7 julio 2013

Is 66,10-14  -  Gal 6,14-18  -  Lc 10,1-12.17-20

 

LO IMPORTANTE ES CAMINAR

 

El evangelista Lucas nos presenta dos relatos sobre la misión:

*El primero es el envío de los Doce. Es un envío propiamente judío:

Convocó a los Doce y los envió a proclamar el Reino de Dios (Lc 9).

*Luego, al comienzo de su ‘viaje’ a Jerusalén, Jesús entra en Samaría,

designa a otros setenta y dos discípulos, y los envía por delante

a los lugares adonde Él mismo pensaba visitar (Lc 10,1).

Probablemente, se trata de setenta y dos samaritanos que anuncian

la Buena Noticia del Reino en su propia región. De esta manera,

la misión de Jesús y de sus enviados se abre a los despreciados

En este contexto y a continuación se presenta la parábola del buen

samaritano, quien va de viaje y se hace prójimo del hombre herido.

 

Como ovejas en medio de lobos

Cuando Jesús dice a los setenta y dos: Pónganse en camino,

que yo les envío como ovejas en medio de lobos, lo dice desde

su propia experiencia, pues Él anuncia el Reino arriesgando su vida.

Así, al presentar su programa en la sinagoga de Nazaret, Jesús afirma:

He sigo ungido para anunciar la Buena Noticia a los pobres,

dar libertad a los presos, vista a los ciegos, liberar a los oprimidos

Al oír esto, sus propios paisanos intentan arrojarlo a un abismo.

Letrados y fariseos le insultan diciéndole: endemoniado, samaritano;

comilón y bebedor porque acoge y come con publicanos y pecadores.

Hoy, cuando los que tienen poder económico imponen su autoridad,

Jesús  nos sigue diciendo: Les envío como ovejas en medio de lobos.

Nos pide también tener cuidado de los lobos disfrazados de ovejas.

Es allí, donde sus discípulos deben anunciar con palabras y obras:

-que Dios Padre defiende a los pobres, viudas, huérfanos, forasteros…

-que la vida del más insignificante vale porque es imagen de Dios…

-que no se debe explotar al Ser Humano ni destruir la Madre Tierra…

-que otro mundo es posible si buscamos el Reino de Dios y su justicia.

 

Los medios sencillos son más eficaces

Cuando Jesús enseña lo hace desde su experiencia, dando testimonio.

Por eso, la gente que le oye queda asombrada de sus palabras y obras,

y exclama: Habla con autoridad, no como los maestros de la ley.

Su lenguaje es del pueblo, sencillo y al alcance de todos.

Las parábolas que narra son historias de la vida diaria.

Como buen campesino habla del trigo, de la mala hierba, de las flores,

del buey, del arado, de la siembra, de la cosecha, del árbol, de la poda,

de la gallina y sus pollitos, de las aves, de las serpientes, del asno, etc.

Para Jesús cualquier lugar es bueno para anunciar el Reino de Dios:

Cuando entren en una casa, digan primero: Paz a esta casa.

El discípulo de Jesús no puede quedarse cómodamente instalado.

Los cristianos somos discípulos listos para partir, en constante viaje.

Nuestra misión está en caminar, viviendo cada instante en plenitud:

En el Evangelio aprendemos la sublime lección de ser pobres

siguiendo a Jesús pobre (Lc 6,20; 9,58), y la de anunciar el Evangelio

de la paz sin bolsa ni alforja, sin poner nuestra confianza en el dinero

ni en el poder de este mundo (Lc 10,4ss). (DA, 2007, n.30).

 

Alégrense porque sus nombres están escritos en el cielo

Los setenta y dos discípulos vuelven contentos y le dicen a Jesús:

Señor, en tu nombre hasta los demonios se nos sometían.

Jesús les ayuda a discernir, pues si han logrado expulsar demonios,

es porque Él les ha dado ese poder y Él mismo está con ellos.

Todo esto es motivo de alegría, por colaborar en la obra de Dios

y porque sus nombres están escritos en el cielo.

A continuación, Jesús movido de alegría por el Espíritu Santo

exclama: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,

porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos,

y se las diste a conocer a la gente sencilla (Lc 10,21-24).

Esta alegría está presente también cuando Jesús llama felices:

a los pobres… a los que pasan hambre… a los que lloran

Y a los que son odiados, excluidos, insultados y despreciados,

a causa del Hijo del Hombre, les dice: Alégrense y llénense de gozo

porque ustedes van a recibir un gran premio en el cielo (Lc 6,20-23).

Después que Jesús sube al cielo, sus discípulos vuelven a Jerusalén

muy alegres. Seguirán caminando para anunciar el Reino.

J. Castillo A.

 

SIN MIEDO A LA NOVEDAD

 

El Papa Francisco está llamando a la Iglesia a salir de sí misma olvidando miedos e intereses propios, para ponerse en contacto con la vida real de las gentes y hacer presente el Evangelio allí donde los hombres y mujeres de hoy sufren y gozan, luchan y trabajan.

Con su lenguaje inconfundible y sus palabras vivas y concretas, nos está abriendo los ojos para advertirnos del riesgo de una Iglesia que se asfixia en una actitud autodefensiva: Cuando la Iglesia se encierra, se enferma… Prefiero mil veces una Iglesia accidentada a una que esté enferma por encerrarse en sí misma.

La consigna de Francisco es clara: La Iglesia ha de salir de sí misma a la periferia, a dar testimonio del Evangelio y a encontrarse con los demás. No está pensando en planteamientos teóricos, sino en pasos muy concretos: Salgamos de nosotros mismos para encontrarnos con la pobreza.

El Papa sabe lo que está diciendo. Quiere arrastrar a la Iglesia actual hacia una renovación evangélica profunda. No es fácil. La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros, si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos y planificamos nuestra vida según nuestros esquemas, seguridades y gustos.

Pero Francisco no tiene miedo a la ‘novedad de Dios’. En la fiesta de Pentecostés ha formulado a toda la Iglesia una pregunta decisiva a la que tendremos que ir respondiendo en los próximos años: ¿Estamos decididos a recorrer caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheraremos en estructuras caducas que han perdido la capacidad de respuesta?

No quiero ocultar mi alegría al ver que el Papa Francisco nos llama a reavivar en la Iglesia el aliento evangelizador que Jesús quiso que animara siempre a sus seguidores. El evangelista Lucas nos recuerda sus consignas. Poneos en camino. No hay que esperar a nada. No hemos de retener a Jesús dentro nuestras parroquias. Hay que darlo a conocer en la vida.

No llevéis bolsas, alforjas ni sandalias de repuesto. Hay que salir a la vida de manera sencilla y humilde. Sin privilegios ni estructuras de poder. El Evangelio no se impone por la fuerza. Se contagia desde la fe en Jesús y la confianza en el Padre.

Cuando entréis en una casa, decid: Paz a esta casa. Esto es lo primero. Dejad a un lado las condenas, curad a los enfermos, aliviad los sufrimientos que hay en el mundo. Decid a todos que Dios está cerca y nos quiere ver trabajando por una vida más humana. Esta es la gran noticia del Reino de Dios.                                                José Antonio Pagola (2013)

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