Viernes, 26 de Abril del 2024
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Santísima Trinidad, ciclo C: 16 de junio del 2019
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LA SANTÍSIMA TRINIDAD Y LOS POBRES

   El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos dan vida plena.

Justamente, en el Evangelio de hoy, Jesús dice a sus discípulos:

Tengo muchas cosas que decirles, pero no pueden comprenderlas.   

Luego anuncia: El Espíritu de la verdad les guiará a la verdad plena.  

Refiriéndose al Padre dice: Todo lo que tiene el Padre es mío.

          

Creemos en Dios, Padre compasivo y misericordioso

   Creados a imagen y semejanza de Dios, procuremos vivir

como hijos e hijas de un Padre que nos ama y nos perdona.

Este Padre tiene un proyecto: El Reino de Dios y su justicia,

y nos invita a construir una sociedad más justa y digna para todos,

de preferencia para sus hijos e hijas más necesitados e indefensos.

   Reflexionemos en los siguientes textos, poniéndolos en práctica:

*No explotes ni maltrates a los emigrantes,

porque ustedes también fueron emigrantes en Egipto.

No explotes a las viudas ni a los huérfanos

Si prestas dinero a una persona pobre de mi pueblo que tú conoces,

no seas como el usurero exigiéndole intereses.

Si esa persona te da su manto como garantía de un préstamo,

se lo devolverás antes de la puesta del sol,

pues es lo único que tiene para protegerse del frío.

Si no, ¿con qué dormirá?

Y si esa persona me pide ayuda,

yo le escucharé porque soy compasivo (Ex 22,20ss).

*Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas,

que rezan de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas,

para que la gente los vea… Ustedes deben orar así:

Padre nuestro, que estás en el cielo…

Danos hoy nuestro pan de cada día

Perdona nuestras ofensas(Mt 6,5-13).

*Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes (Lc 6,36).

Creemos en Jesucristo, que murió y resucitó

   En el discurso de despedida,  Jesús dice a sus discípulos:

Tengo muchas cosas que decirles, pero no pueden comprenderlas.

   Recordemos que cuando Jesús anuncia su muerte y resurrección,

sus discípulos buscan intereses mundanos: poder, primeros puestos…

Sin embargo, después de recibir la fuerza del Espíritu Santo,

todos ellos anuncian -en medio de persecuciones- a Jesús resucitado.

   Al respecto, recordemos lo que dice Pedro en la casa de Cornelio:

Dios acepta a quienes le respetan y practican la justicia…

Ustedes ya saben lo sucedido en Judea, a partir del bautismo de Juan.

Cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y poder.

Él pasó haciendo el bien y sanando a los enfermos,

porque Dios estaba con Él.

Y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y Jerusalén,

y de cómo le dieron muerte colgándolo de un madero.

Pero Dios lo resucitó al tercer día… (Hch 10,34ss).

   Como Jesús, hagamos el bien a las personas que necesitan:

pan… agua… acogida… vestido… salud… liberación… (Mt 25).

Solo así seremos “benditos” porque Dios está con nosotros.

 

Creemos en el Espíritu Santo, padre amoroso del pobre

   Qué difícil es anunciar el mensaje de Jesús, en una sociedad:

-donde se pisotea al otro para trepar, mandar, amontonar dinero…

-donde “la gente bien” explota, desprecia y excluye a los pobres…

-donde hay lobos disfrazados de ovejas que roban, matan, destrozan.

Aquellas personas, como dice Jesús: Prefieren las tinieblas a la luz

Los que hacen el mal odian la luz, y no se acercan a la luz,

para que no se descubra sus malas acciones (Jn 3,19s).

   Ante esta realidad que sucede en países cristianos como el nuestro,

Jesús nos anima a anunciar su mensaje, fortalecidos por el Espíritu:

Cuando venga el Espíritu de la verdad, les guiará a la verdad plena.

   El siguiente mensaje del apóstol Pablo tiene mucha actualidad:

Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios.

Ustedes recibieron, no un espíritu de esclavitud, para tener miedo,

sino el Espíritu de hijos adoptivos de Dios.

Por este Espíritu nos dirigimos a Dios diciendo: ¡Abbá! ¡Padre!

Y este mismo Espíritu se une a nuestro espíritu

para dar testimonio de que somos hijos de Dios (Rom 8,14s) J. C. A.

 

MISTERIO DE BONDAD

   A lo largo de los siglos, los teólogos se han esforzado por investigar el misterio de Dios ahondando conceptualmente en su naturaleza y exponiendo sus conclusiones con diferentes lenguajes. Pero, con frecuencia, nuestras palabras esconden su misterio más que revelarlo. Jesús no habla mucho de Dios. Nos ofrece sencillamente su experiencia.

   A Dios Jesús lo llama “Padre” y lo experimenta como un misterio de bondad. Lo vive como una Presencia buena que bendice la vida y atrae a sus hijos e hijas a luchar contra lo que hace daño al ser humano. Para Él, ese misterio último de la realidad que los creyentes llamamos “Dios” es una Presencia cercana y amistosa que está abriéndose camino en el mundo para construir, con nosotros y junto a nosotros, una vida más humana.

   Jesús no separa nunca a ese Padre de su proyecto de transformar el mundo. No puede pensar en Él como alguien encerrado en su misterio insondable, de espaldas al sufrimiento de sus hijos e hijas. Por eso, pide a sus seguidores abrirse al misterio de ese Dios, creer en la Buena Noticia de su proyecto, unirnos a Él para trabajar por un mundo más justo y dichoso para todos, y buscar siempre que su justicia, su verdad y su paz reinen cada vez más en entre nosotros.

   Por otra parte, Jesús se experimenta a sí mismo como “Hijo” de ese Dios, nacido para impulsar en la tierra el proyecto humanizador del Padre y para llevarlo a su plenitud definitiva por encima incluso de la muerte. Por eso, busca en todo momento lo que quiere el Padre. Su fidelidad a Él lo conduce a buscar siempre el bien de sus hijos e hijas. Su pasión por Dios se traduce en compasión por todos los que sufren.

   Por eso, la existencia entera de Jesús, el Hijo de Dios, consiste en curar la vida y aliviar el sufrimiento, defender a las víctimas y reclamar para ellas justicia, sembrar gestos de bondad, y ofrecer a todos la misericordia y el perdón gratuito de Dios: la salvación que viene del Padre.

   Por último, Jesús actúa siempre impulsado por el “Espíritu” de Dios. Es el amor del Padre el que lo envía a anunciar a los pobres la Buena Noticia de su proyecto salvador. Es el aliento de Dios el que lo mueve a curar la vida. Es su fuerza salvadora la que se manifiesta en toda su trayectoria profética.

   Este Espíritu no se apagará en el mundo cuando Jesús se ausente. Él mismo lo promete así a sus discípulos. La fuerza del Espíritu los hará testigos de Jesús, Hijo de Dios, y colaboradores del proyecto salvador del Padre. Así vivimos los cristianos prácticamente el misterio de la Trinidad.

José Antonio Pagola (2013)

 

María, pobre entre los pobres

http://www.reflexionyliberacion.cl/ryl/2019/06/02/maria-pobre-entre-los-pobres/

 

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